Mi calmante

Estás distante,
en pausa a mi día a día.

Estar contigo es, con el tiempo,
el colmo de la monotonía,
que la hace soportable.

Si perderme en tu cordura
cada cierto tiempo me libera
del exceso de rutina,
me perdona y me prepara
para otro infierno más.

No me gusta,
te quiero cerca
y tener el valor
de contrariar a todos.

Embarrado de sueños y recuerdos que a ratos quisiera olvidar
me amarré sin pensar, a tu figura, a la trayectoria de tu mirar pasivo, a tu mesura.
Envuelto en el pasado que circula por mi mente como avance de noticias,
y lleno del más puro miedo y esperanza en lo que de ti sería conmigo.

Como un loco desmedido salto sin la recóndita duda
de que quizás sería peor que la falta que me haces, tu presencia.

Hay otro ser que mira tus actos desde arriba,
que se despega de ti a ratos, a veces para quedar dormida,
y otras para asaltar mi esperanza con la incuestionable razón
de que existe aunque no esté en ti esa noche.

En tus ojos converge todo lo inexplicable;
Es tu forma de actuar,
tu manera de rayar en esa ridícula indiferencia
y dejar un matiz extraño en cada gesto.

La selección de palabras, el cuidado de la voz,
el caminar, buscar, tal vez, la distracción en algo distinto,
el repudio de la atracción.

Observa mi caminar.
Nota este ego inflado con que critico todo lo que existe.
Mira la ropa que visto.
Todo es tuyo, todo es por ti.