viernes

Pretexto

Maldito sea el momento en que decidí
escribirle a la sombra
de todos los sueños echados
y hechos cenizas con todo y trovador
y cenicero y guía.
Y quiero que quede claro.
No soy ni seré, nunca,
un ser completo independiente ajeno desgraciado muerto frívolo sucio desalmado
o de los que superan amoríos.
Nunca lo seré
porque sería desarmar cada nervio,
cada músculo,
cada sueño y cada recuerdo en partes infinitamente pequeñas,
para luego rearmarlo todo en un horno-fogata descompuesto
y que se evapore
y se vuelva mueca de la roca que cae al mar
por error de aterrizaje de un halcón miope y torpe.
No soy un brujo feliz,
ando robando sonrisas a niños que fueron abortos
preservativos pastillas pudor y miedo,
no tengo milenios guardados en la cartera
para salir del hueco trepando el desuso de la palabra amor
y el odio
y los juegos ambos a dos de los carritos que van de aquí para allá
y de las mujersitas y los señorsitos
y la depravación de la gente decente.
No tengo la turbina que necesito,
ni el dinero para comprarla,
ni las ganas de estar solo,
ni una guitarra para saber tocarla.
No tengo nada y es decir no tengo
ni el aire que inhalo y que retengo en los túneles evitando aspirar el monóxido,
ni el monóxido
ni una mota del sueño que me dibuja contigo mañana en diez años antes de morir...
o todas las anteriores.

Te extraño.

Pero vivo de aquí y de ahora,
de lo que trabajo y regalo a la gente que paga mis horas de vigilia,
vivo de lo que estudio
y del tiempo que me toma el camino a la oficina,
de ser un joven adulto sin malicia ni rencores
ni novia
ni padre
ni Anabel.
Vivo del pasado y de lo que arrastro de él
soy un sobreviviente
y desde hace tres años olvidé leer los ojos de la chica que derrito con la mirada
el vaivén en las jugadas de ajedrez
de las ganas de dormir
sin el pesado desespero que da saber
que ella también duerme desesperada.
Vivo como se alza el día
como me dan las horas en la calle
paseando por la acera del parque o cruzando la calle que llega al trabajo,
con toda la calma de quien desea que nunca haya brecha de cruzar,
que no suba el sol,
que no se haga tarde
que no suene el celular
a menos que seas tú.
La mitad del tiempo soy
la otra pretendo no ser para no ser atrapado
por el vicio de estar definido
guardado en gaveta de gentes
y tipos y odiosos y cariñosos y viejos.
Yo soy. Y soy todo lo que pasa por mi mente
y lo que no pasa también
lo seré.

Te invito a salir del ruido,
no hablarnos,
saber de nosotros por mítica
e invocando a los dioses del deseo y el bienestar.
Te invito a juntarnos los miércoles
en el parque de mi preferencia
a tomarnos una hora de descanso y de sabernos mejor.
Te invito a no sólo pasar por mi vera,
a no saludarme como si nada pasó.