domingo

La corta distancia entre límites.

Créeme, he muerto al ver la vida cruzando mi vera a mil por hora
formando curvas de patrones indescifrables y colores absolutos nunca antes vistos.
Quedé estático, como petrificado por la incertidumbre en un mundo que no duerme siestas,
que no aviva mis ascuas y que me evita si me ve dormir.

¿Qué espero de mi? ¿acaso importa?
¿no soy, acaso, para los demás?
¿quién soy yo en este vaivén de responsabilidades,
de horas en punto y faltas de tiempo?
¿el irremediable escombro que genera el éxito?
¿el mal ejemplo?

Antes y ahora mi tiempo vale lo que produce.
Antes y ahora soy el humo que esparcen los inciensos.

¿Será que soy feliz?
¿Será que somos todos haces de luz
movidos por una inercia inquebrantable en esta órbita que nos evita chocar,
y que sin referencias fijas somos incapaces de percibir nuestro propio movimiento?

Inevitable es fluir, lo esencial es chocar,
y al hacerlo, formar destellos y estrellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario