jueves

Retrospectiva de un suicidio

Ella sabía lo que había que sufrir para saldar su mal.
Se cortó las venas, y eso fue, quizás, lo más injusto para el karma.

Mientras enflaquecía ligeramente, repasaba sin detalles sus últimos diálogos con aquellos lacayos de los que el nombre no recordaba.
Nadie nunca comprendió aquel orden del ramal extraño donde todo tenía sentido y estaba conectado.
Nadie nunca vio el descaro de la obediencia, o como eso nos hacía tan independientes, nadie nunca comprendió la maldad que puede existir en el respeto; nadie nunca escuchó las palabras que implicaban las palabras que no se decían en los diálogos de pocas palabras que siempre daban fin a esas tertulias nocturnas que quizás nunca sirvieron de nada.

Pues los lacayos soñaban... con las perras, y estas con los perros, y estos con las putas y estas, sencillamente, no dormían.