jueves

Le toca al tiempo
reparar las fichas que han quedado en el camino,
limpiar de turbas el paisaje,
ir anotando el destino.

Le toca a tus ojos
encontrarme nuevamente,
brindarme un café,
o una tarde, un día cualquiera.

Le toca a mi amor
estarse un poco quieto
disfrutar la calma, la brisa, la lluvia...
el tiempo.

Me toca a mi
esperar a que todo pase,
a que todo lo que tenga que pasar,
pase.

Caminar,
sin tener que llevar a nadie conmigo.

miércoles


La libertad es también una cárcel
porque así también las palabras son cárceles
y cada sentido es en si una cárcel, y un yugo, y una llaga,
porque describirse es limitarse de los adjetivos antónimos, y sinónimos.

Pero, ¡ay de esa libertad tan asequible!
no se puede, ni siquiera, pensar dentro de esa libertad
es como una mariposa fuera de todo oxígeno;
no se puede ser mariposa sin pensar en el oxígeno,
no se puede ser mariposa sin estar esclava al viento y al calor.

Porque toda libertad lleva consigo algo de pena,
excepto esa libertad, ¡ay de esa libertad tan venenosa!
que es tan amplia y que es tan fácil disolverse sobre ella
con la idea de al mezclarse volverse parte de un todo,
mas sólo la muerte cumple tan hermoso ensueño.

Así es, esa libertad es como la muerte, pero la muerte sin vida.
Y sin embargo la muerte, que es la muerte, no es nada sin la vida.

lunes

El difícil proceso de no acordar con el olvido

Un viaje al final del verso.
Que empieza y termina.
Que salta una esquina
sólo para terminar peor.

Se dibuja una linea, o muchas líneas
o un montón de garabatos,
por donde se viene deslizando cada idea
que dicho verso versó.

Se atina en los puntos
un nudo a la linea
que explique de alguna forma,
un poco menos que absurda
aquella idea
que el autor expresó.

Terminar de ningún modo
no es más que abandonar el presente
que una flecha de tu recuerdo
atravesó.