Te espero y me incorporo a la rutina,
a ratos, cada día, salgo del rumbo y te busco
en un dado, en una pulsera, en una carta, en un poema.
Me llevo del ruido,
y dando tumbos,
me echo a dormir;
con el sucio pegado a la piel,
envuelvo mi almohada
y la empapo del día a día.
Mi alma está llena de huecos.
A veces me duermo en historias extrañas
que dicen que nada es tanto como la esperanza.
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