domingo

Purgando las penas

Estaba oscuro, esa tarde nublada

no dudó un segundo para llorar y fuerte,

con furia, como si nunca antes había llovido

sólo cinco minutos.



"No tengo tiempo" dijo;

¿Para qué lo quieres?

Déjalo correr y ser

tu vívelo y ven, conmigo o sin mí,

pero no te quedes muerta ahí.



"No tengo ganas" replicó;

cada día, por cada cosa

y cada vez más frecuente

menos ganas.



"No tengo ánimos" insistió.

No, no tienes nada... Respondí.

Ni a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario