jueves

Cambiando sexo mientras baja dolor

Bien pude comprar un perro para ti, y lo sabes, pero las calles bastante cagadas de los animales que ya compré como regalo me gritan de cómo poco tiene que ver con el petroleo el abono del pasado. Así me resisto, sin dejar la calma, a pararme de esta cama que bien me friega la memoria de ridiculeces.

El dolor de la cabeza ya se irá bajando mientras me voy durmiendo y todos esos payasos se van yendo despacio, sin rosar la pared con sus hombros manchados de futuros y desgracias y gracias por el calmante, no se cómo pagarte pues no te escucho aunque se que ladras fuerte, no pienses que es sordera ni desorden la flojera. Cuando vaya el dolor por las rodillas te puedo asegurar que te recordaré, porque lo hago siempre entre paradas de metro y mientras espero para cruzar la calle, tu maldita sonrisa que me contagia esa cursilería tan peculiar que tanto tiempo nos marcó entre la gente, pero entonces seguirá bajando el dolor y pronto llegará a mis tobillos, donde estaría el guillo que nunca me compraste luego bajará, el dolor, a donde se quedaron mis ganas de salir a volar contigo.

Porque soy volátil, tóxicx y bipolar, como una batería, lo sabes; si me sabes manejar muy a tu antojo, a tu desgana, a tu miedo, a tu rabia, a tu pereza crónica de saltar conmigo a este pasado y a esta mentira tan hipotética que bien pude haber inventado para nosotros dos... muy bien.

No me mires, que ya me estoy cansando pues no me duele nada con lo eficaz que son esas pastillas que me has comprado que para nada he preguntado el nombre ni la marca ni la forma porque si me importara estaría mirando yo tu mano.

Te haré un cuento, hermoso, me lo hacía mi madre de infante, siempre me emocionaba mucho el final, pues me ha dado, desde siempre, un poco de nostalgia pensar en el futuro. Te haré un cuento, hermoso, corto, que has matado.

01.12.11 - 19.50

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